Cuatro consejos para no encontrar pareja
(Capítulo 4 de 4)
 
4º consejo para no encontrar pareja:

Este consejo es el que quizá más te gustará y te marcará. Se trata de Mario, un boxeador a quien llaman El Amable; y no porque sea blando con sus contrincantes, sino porque fuera de los cuadriláteros se transforma y termina siendo una de las personas más delicadas y atentas del mundo.

Como se ha dedicado durante tantos años al entrenamiento, no ha tenido vida social. Así que decide estrenarla por donde cualquier adolescente lo haría primero: una discoteca. Todos sus amigos han conocido a su pareja allí, así que tendrá que probar.

La música se detiene. De repente, una salsa brasileira satura los altavoces de tambores y silbatos, y la multitud empieza a formar filas para hacer una conga. El gusano empieza a serpentear y a irse de madre, chafándose los unos a los otros hasta el punto de que algunos chicos y chicas caen al suelo, y allí descubren su sensualidad. Al término de la fiesta nacen decenas de parejas creadas tras este frenesí. Pero El Amable no ha conquistado a nadie; se ha quedado tratando esguinces en la infermería de la discoteca, consciente de que estaba moralmente obligado a hacerlo debido a sus amplios conocimientos en lesiones deportivas. Si al menos pudiera conquistar a alguna chica acariciándole los tobillos... pero tampoco le apetece, porque el olor de sus pies es digno de arcadas.

Pasan los meses, y todo sigue igual. Su voluntad de ayudar al prójimo hace imposible que encuentre pareja. Entonces decide quejarse al Ayuntamiento por la ausencia de servicios médicos en la discoteca, y finalmente hacen caso a su petición.
 
Vuelve a la discoteca para poder unirse a una conga, esta vez sin compromisos médicos y dispuesto a salir emparejado. Aquella noche se bailará con la canción mexicana Jalisco. Él encabeza el gusano, luciendo una samarreta ajustada para marcar sus prominentes músculos. Con el gusano ya en marcha, observa a distancia como un cable de corriente en el suelo emite chispas. Nadie se ha dado cuenta. Tiene que decidir si morirán trescientas personas o electrocutarse él. Por sus pinitos en electrónica, sabe que si lo coge con una mano la corriente no lo matará. Así que lo coge, lo sube hacia arriba, y la gente aplaude su break-dance espectacular de robot. Inmediatamente todos pasan por debajo del cable chispeante jugando a aquel baile sensual. El Amable es la estrella de la pista. De hecho cada vez se va haciendo más morenazo, pero no de bello, sino de chamuscado.

Ya en el Hospital, tres chicas que se lo pasaron genial pasando por debajo del cable, le han ido a visitar. Le traen la miniatura de una paella con la inscripción: "lo mejor del arroz es lo chamuscado". Lo que cuenta es la intención, piensa él...

Al cabo de unos meses, ya recuperado, pero con la piel quemada como un estucado veneciano, vuelve al escenario de la tragedia. Esta vez todos bailan emparejados. Se ha terminado su oportunidad de encontrar novia. Ve su vida pasar, y se da cuenta de que siempre ha sido igual: siempre ha velado por la integridad de los demás, quedando completamente solo. Con parsimonia, pide una Tónica con Baileys, y toda la discoteca le mira. Parece que esperen ver el primer suicidio en directo de sus vidas. Pero entra un señor mayor bajito con una chica despampanante, y con toda educación "El Amable" le dice: -Aquí tiene su consumición gratis, señor-. El resto ya es historia. Hicieron falta tres brigadas médicas para recoger todos los trozos de la explosión que hizo el hombre al beber la combinación. Luego, atraídas por la canallería que perpetró El Amable, una larga conga solo formada por mujeres se empezó a dirigir hacia él.

Hace dos años que la longitud de la cola se mantiene más o menos igual, y la frase estrella que todas recitan para soportar la espera antes de alcanzarle, es: "este tío sí que tiene cojones".

Resumen de la cuarta lección para no encontrar pareja: sé bueno mientras coges colorcillo de chamuscado.


(Enric Berneda, 2010)

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